V. El redescubrimento de la antigüedad
Meta sin igual del Grand Tour, Roma es, a partir de mediados del siglo XVIII, objetivo central de los estudios de intelectuales, escritores, artistas, arquitectos, que aspiran a recorrerla, dibujarla, analizarla, comprenderla. Las reacciones que la ciudad suscita en cada uno de los visitantes son contradictorias y sorprendentes. De Goethe a Le Corbusier, los testimonios reflejan la complejidad y la riqueza de una ciudad, que puede ser captada, interpretada y descrita de mil maneras diferentes. Ulterior episodio está constituido por la elección de Roma como capital de la Italia Unida en 1870, que vuelve a referirse a la antigüedad como valor absoluto capaz de representar y unificar un país formado por un mosaico de culturas, tradiciones e historias significativamente diferentes. En la primera mitad del siglo XX, el distrito del E42, concebido como Nueva Roma, propone una reinterpretación en clave contemporánea de la Roma imperial y, en la postguerra, una vez recuperado el optimismo después de la derrota bélica, se despliega en el horizonte el mundo contemporáneo. La gráfica de las Olimpiadas de 1960, con la elección de los restos romanos como escenario para algunas competencias, junto con más recientes expresiones de arte, fundadas en los temas de la Roma æterna, confirman, una vez más, la inmortalidad de ese mito.

Giovanni Paolo Pannini realizó también varias versiones de esta galería de cuadros, en la que representa los monumentos antiguos de Roma. Es una forma de establecer una continuidad ininterrumpida entre actualidad y antigüedad, que conviven en la cotidianidad de la ciudad eterna.
Roma antigua (Galería de imágenes
con vistas de la Roma antigua)
Giovanni Paolo Pannini
Óleo sobre lienzo, 1759
Musée du Louvre, París
©RMN-Grand Palais (Musée du Louvre)
Foto: Adrien Didierjean
Desde mediados del siglo XVII se va consolidando un género pictórico que incluye las ruinas de la antigua Roma como protagonistas centrales de las representaciones. El Foro Romano, también llamado Campo vacuno por la frecuente presencia de rebaños de ovejas y de ganado, se presta perfectamente para combinar ese recuerdo de una antigüedad grandiosa, representada por los edificios, con una condición de convivencia casi doméstica a la que se han
sometido los monumentos.
Vista del Coliseo
Giovanni Paolo Pannini
Óleo sobre lienzo, 1747
©The Walters Art Gallery, Baltimore
Se afirma asimismo el género del capricho pictórico: un montaje de ruinas tomadas de diferentes partes de la ciudad, que se ensamblan para formar una composición armónica y elocuente. Son formas de recuperar un pasado que yace abandonado, pero está latente y listo para retornar cíclicamente a recordar a todos la grandeza de la antigüedad.
Ruinas romanas
Pietro Francesco Garolli
Óleo sobre lienzo, principios del siglo XVIII
©Accademia Nazionale di San Luca, Roma
El paisaje romano de principios del siglo XVIII se representa de manera idealizada: la naturaleza se acompaña por un telón de fondo constituido por los monumentos romanos que, con un oportuno manejo de la luz, acogen escenas mitológicas y arcádicas en las que pastores y rebaños conducen una vida despreocupada en medio de los colosos de la antigüedad.
Paisaje con el Coliseo y el arco de Constantino
Jan Frans van Bloemen
Óleo sobre lienzo, principios del siglo XVIII
©Accademia Nazionale di San Luca, Roma
Tema central de la iconografía pictórica del siglo XVIII son los estudios y los descubrimientos arqueológicos. Renace en esta época un interés hacia las antigüedades – esta vez con fundamentos científicos – que se origina en los descubrimientos de Pompeya y Herculano y que conducirá, en las décadas posteriores, al desarrollo de la nueva disciplina arqueológica.
El arqueólogo
Giovanni Paolo Pannini
Óleo sobre lienzo, 1749
©Accademia Nazionale di San Luca, Roma
V.1. Los intelectuales y el Grand Tour de Rome
Una usanza, que se difunde durante el Settecento y a la que intelectuales, artistas y jóvenes aristocráticos del norte de Europa no renuncian, consiste en pedir a los pintores de la época, italianos y extranjeros, que los retraten con una ambientación idealizada, conformada por obras de arte clásico o bien por monumentos inequívocamente romanos.
Retrato de John Staples
Pompeo Girolamo Batoni
Óleo sobre lienzo, 1773
©Sovrintendenza Capitolina ai Beni Culturali, Museo di Roma, Roma
Foto: Museo di Roma, Archivio Iconografico
«¡Por fin he llegado a esta la capital del mundo! [...] La ansiedad de llegar a Roma era tan grande y aumentaba tanto a cada momento, que ya no podía quedarme quieto [...]. Poder contemplar con los propios ojos un conjunto, cuyos detalles ya conocía interna y externamente, es casi como empezar una nueva vida».
«Sólo en Roma es posible prepararse para entender Roma».
Johann Wolfgang Goethe, Viaje a Italia
«Nunca me he sentido tan profundamente conmovido […].
Es necesario haber visto Roma para hacerse una idea de la inmensidad de los estudios que se pueden hacer allí».
Eugène Viollet-le-Duc, Cartas a su padre
«Pronto me iré de Roma y espero volver. Vuelvo a amar con pasión esta Roma tan triste y hermosa […]. A menudo camino a lo largo de las murallas: recorriendo los caminos de ronda, leo la historia de la reina del universo pagano y cristiano escrito en los edificios, la arquitectura y las diferentes épocas de sus muros. No has visto Roma si no has caminado por las calles de sus suburbios, mezcladas con espacios vacíos, con jardines llenos de ruinas, con recintos plantados de árboles y viñedos, con claustros en los que se levantan palmeras y cipreses, las primeras parecidas a las mujeres de Oriente, los otros a los religiosos de luto».
François-René, vizconde de Chateaubriand, Memorias de Ultratumba
Notable jurista y profesor de derecho romano, Ezequiel Montes fue ministro plenipotenciario representante del gobierno mexicano ante la Santa Sede entre 1857 y 1858. En esos años posó para el pintor oriundo de Barcelona Carlo de Paris, quien realizó este retrato representando a Montes con ropa obscura, y un libro en la mano para referir su pensamiento ilustrado. El retrato está ambientado en el Foro Romano y, al fondo, se reconoce el Coliseo, el Arco de Tito, ya restaurado y la fachada de la Iglesia de Santa Francesca Romana.
Retrato de Ezequiel Montes
Carlo de Paris
Óleo sobre tela, 1858
Municipio de Cadereyta de Montes, Querétaro
V.2. Un monumento para representar la capital de Italia unida:
el altar de la patria
Ganador del segundo concurso para el monumento a Víctor Manuel II, Giuseppe Sacconi proyecta, a partir de 1882, un edificio grandioso, que habría de colocarse en una de las colinas de Roma, probablemente la de mayor valor simbólico: el Capitolio. Su diseño recoge sugerencias de la aledaña plaza del Capitolio: la diosa Roma, las estatuas colosales de los ríos – ahora presentadas como los dos mares que bañan las costas italianas – la estatua ecuestre de Marco Aurelio sustituida con la del rey. Una alegoría de una nación que debe necesariamente encontrar una lengua común, capaz de unificar historias, culturas y tradiciones diferentes.
Proyecto para el Monumento a Víctor Manuel II
(2ª fase del concurso)
Giuseppe Sacconi
Aguafuerte, 1882-83
«Cuando el monumento esté terminado, incluso en la parte decorativa, el mundo tal vez habrá visto aparecer una nueva era de la historia. Nadie puede decir si será el camino hacia la luz, el surgimiento de la civilización o una breve pausa en la oscuridad, un regreso momentáneo a la barbarie. Solo sabemos que esta obra también desafiará la barbarie y que la posteridad la preservará como un legado luminoso de belleza y gloria […]. Ya que el Monumento a la Tercera Italia, fundado sobre el Arx de Roma, entre la plaza de Miguel Ángel y la iglesia del Ara Coeli, no solo servirá para demostrar el deseo de los pueblos de hacer eterno el culto a la ciudad; sino que contendrá, resumida con signos elocuentes e indelebles, la aspiración del arte a persistir y a perpetuarse a través de la tradición, a la luz de un estilo conocido en el ambiente de nuestra raza y renovado por la fuerza creadora
del genio nacional».
Angelo Conti, Antologia italiana
«[...] En la imagen de Roma, este feliz caso ha alcanzado su más alta fascinación. Aquí, los fines prácticos del hombre han dado vida a nuevas, inconscientes bellezas. Aquí, numerosas generaciones han creado y construido, una junto a otra, y cada una sin preocuparse de lo que existía antes, sin siquiera entenderlo, dando importancia solamente a las exigencias de su época, de su gusto, de la moda. El puro y simple caso han decidido qué forma de conjunto debiese nacer de la unión de lo reciente y lo antiguo, de lo que se conserva y de lo que se arruina, de las asonancias y de las disonancias. Y puesto que, a pesar de todo, el conjunto se ha desarrollado de manera tan unitaria como si una consciente búsqueda de la belleza hubiese guiado los elementos, la fuerza de la fascinación de Roma nace precisamente de esta amplia, reconciliada separación entre la casualidad de las partes y el significado estético del todo. Ello garantiza que la desarmonía e insignificancia de cada elemento no les impida reconciliarse en la forma de la bella tonalidad. La impresión que Roma produce, y que es en lo absoluto inigualable, es que las diferencias del tiempo, de estilo, de personalidad de experiencias vividas, que aquí han dejado su huella, distantes una de otra más que en cualquier otro lugar del mundo, han alcanzado una unidad, una determinación, una afinidad mayor que en cualquier otro lugar [...]».
Georg Simmel, Roma
V.3. El EUR y la Nueva Roma
«Una visión de Roma, ya no solo la capital de Italia, sino el centro humanista de la época romana, tenía que corresponder necesariamente, a nivel arquitectónico, a una ciudad con líneas, volúmenes y espacios arquitectónicamente clásicos […]. Y la fusión entre lo antiguo y lo nuevo será tan lógica, que para aquellos que tienen en mente la visión de Roma en las distintas épocas, esta Nueva Roma no aparecerá degenerada o desvinculada en el tiempo, sino por el contrario lógica, históricamente y estéticamente integrada con las demás […]. Un verdadero conjunto histórico-monumental con personajes bien definidos y una misión precisa a cumplir. Y esto estará en perfecta sintonía con la fisonomía de la ciudad donde ya conviven, sin abrumarse, numerosos complejos cuya función monumental y cuya misión
histórica es diferente».
Marcello Piacentini, Classicità dell’E42
«Roma (cuando aún no se conoce) en los primeros días produce una impresión melancólica: por ese clima de museo, turbio y falto de vida, por esa abundancia de vestigios de su pasado, desenterrados y laboriosamente mantenidos en pie (de los cuales se conserva un presente mezquino); por la sobrevaloración infinita, fomentada por estudiosos y filólogos, torpemente replicada por quienes viajan por Italia siguiendo el hábito de todas las cosas consumidas, que en el fondo no son más que restos casuales de otras épocas y otras vidas que no nos pertenecen y que nunca nos pertenecerán. Pero finalmente, al cabo de unas semanas, nos encontramos a nosotros mismos, todavía un poco confundidos y decimos: no aquí no hay más belleza que en otros lugares y todos estos objetos que han seguido admirando a generaciones enteras, que han sido mejorados y completados por la mano de simples albañiles no significan nada, no son nada, no tienen corazón y no tienen valor… pero aquí hay mucha belleza. Aguas infinitamente llenas de vida fluyen a través de los antiguos acueductos hacia la gran ciudad [...] y luego están los jardines inolvidables, las escaleras diseñadas por Miguel Ángel [...] Gracias a estas impresiones, podemos reconciliarnos y recuperarnos, alejándonos de todo lo presuntuoso, de lo que se habla y charla y poco a poco se aprende a reconocer las pocas cosas en las que perdura lo eterno que se puede amar y lo que es solitario, de lo que se puede participar
en el silencio».
Rainer Maria Rilke, Cartas a un joven poeta
V.4. Los Juegos Olímpicos de 1960 y la recuperación
de los símbolos de la antigüedad
En 1960 se llevan a cabo en Roma los XVII Juegos olímpicos. El Comité organizador establece que algunas de las competencias se lleven a cabo en el interior de los monumentos de la antigua Roma: de esta manera, la basílica de Majencio, el Coliseo, las termas de Caracalla, el Arco de Tito recobran un papel protagonista que las sitúa al centro del evento. Para la imagen gráfica, se reinterpretan los símbolos míticos de la ciudad: la diosa Roma, la loba con los gemelos, pero también las imágenes de los principales monumentos, que compiten con las nuevas realizaciones de grandes ingenieros y arquitectos de la época.
Folletos y tarjetas postales de los Juegos olímpicos con la diosa Roma, el Coliseo, el Victoriano, el Estadio olímpico y las nuevas instalaciones deportivas
XVII Olimpiada, Roma
1960
Colección particular
V.5. Roma en el arte y en la arquitectura contemporáneos
El collage elaborado por Superstudio en 1969 ilustra la metáfora de la condición actual de Roma: una ciudad que aspira por un lado a convertirse en metrópolis contemporánea, pero que, por el otro, no renuncia a la continuidad con su pasado.
El Monumento Continuo,
Gran Hotel Coliseo
Superstudio
Fotomontaje, 1969
MAXXI Museo nazionale delle arti
del XXI secolo, Roma
Collezione Maxxi Architettura
«Roma es el ejemplo de lo que sucede cuando los monumentos de una ciudad duran demasiado tiempo».
Andy Warhol
Roma sigue ofreciendo sugestiones a los artistas contemporáneos que la visitan, la habitan, la recorren, la describen: sus colores, su luz, sus texturas, su cielo, pero también sus mitos y su historia constituyen innegables elementos de inspiración para la cultura universal de hoy.
I muri di Roma
María Lagunes
Tinta, 1984
Colección particular