III. La recuperación de la antigüedad
A partir del tardo Medioevo, el mito de Roma resurge nuevamente a través de iniciativas imperiales o papales, orientadas a recuperar ese prestigio empañado por siglos de abandono, pobreza y olvido. Su finalidad es devolver a la ciudad la centralidad que los sucesos históricos le había arrebatado. Bonifacio VIII inicia lo que se convertirá en el evento más significativo para mundo cristiano: el Jubileo. Con los miles de peregrinos que, a partir de 1300, visitarán Roma como alternativa a Jerusalén, Roma recobra su papel estratégico en Europa: ninguna otra capital podrá ofrecer una alternativa capaz de superarla. Seguirán tres siglos de riqueza cultural en los que la antigüedad romana se convierte en el principal modelo de inspiración. En 1536, durante la visita del emperador Carlos V a Roma, los monumentos de la época imperial vuelven a ser protagonistas, en una puesta en escena, de indudable eficacia, organizada por el papa Paulo III.

III.1. El Jubileo
«Roma es la ciudad de los ecos,
la ciudad de las ilusiones y la ciudad del deseo».
Giotto di Bondone
«[…] como en el año del Jubileo, a causa de la afluencia de gente que atraviesa el puente de San Ángel, los romanos han determinado que todos los que se dirijan al castillo y vayan hacia San Pedro pasen por un lado, y por el otro los que van hacia el monte […]».
Dante Alighieri, Infierno, Canto XVIII
«Por lo tanto, fue instituido el Santo Jubileo por los sumos pontífices cada centésimo año, en tiempos de Bonifacio octavo Papa. Que fue en 1299, la víspera de la Natividad de Nuestro Señor, siendo la afluencia de la gente en San Pedro de muchos peregrinos, que habían venido a adquirir este santo tesoro del Santísimo Jubileo [...]. El Papa Bonifacio Octavo en 1300 le añadió la célebre Iglesia de San Pablo, considerando que San Pedro y San Pablo eran compañeros individuales, así como en el Apostolado, como en las otras virtudes, como dicen los Santos Doctores. El Papa Clemente sexto en 1350 ordenó que se visitara la Iglesia de San Juan de Letrán, ya que era la Cátedra de los Supremos Pontífices y digna de mucha reverencia por las numerosas reliquias que allí se conservan [...]. El Papa Gregorio XI agregó a Santa María la Mayor, siendo de mucha devoción y adornada con muchas reliquias».
Narrazione dell’origine Come fu istituito il Santo Giubileo dell’Anno Santo nella Legge Mosaica e da’ Sommi Pontefici Romani, con la dichiarazione delle Chiese, che si visitano
«Para concluir, digo que, cuando llegó el año 1400, y en todo el mundo se supo del perdón, hombres y mujeres se desplazaron para ir a Roma, a los que el Papa Bonifacio IX concedió y confirmó la bendición y el perdón. Y ya que de países lejanos se mueven y vienen con peligros y gastos a este perdón, nosotros los italianos que estamos en este lugar ¿nos quedaremos para que a ese perdón no se vaya?
Ciertamente esto no se debe dejar y por eso me aconsejo a mí primero, y luego a todos, amigos, parientes, hombres y mujeres, y todos [...] que con ánimo sincero se vaya rezando a Dios y que a todos a los que todas las mentes dispongan de este perdón, conceda la gracia de hacer lo que les plazca. Y ello para que todos los que acudan a tal perdón ... se les enseñe otro perdón para resguardarse de esos vicios que son la causa de tener que peregrinar, absteniéndose de peregrinar pecando. Y que quienes dispongan el alma para el perdón puedan tomar esas medidas que son necesarias para oponerse a los que son la causa de la condena del alma».
Giovanni Sercambi, Croniche
Vista de la basílica y plaza
de San Pedro en Vaticano
Giovan Battista Piranesi
Aguafuerte, 1748
©Accademia Nazionale
di San Luca, Roma
Vista de la basílica de San Juan de Letrán
Giovan Battista Piranesi
Aguafuerte, 1749 ca.
©Metropolitan Museum
of Art, New York
Vista de la basílica
de Santa María Mayor con los dos edificios
laterales de dicha basílica
Giovan Battista Piranesi
Aguafuerte, 1749
©Accademia Nazionale
di San Luca, Roma
Vista de la fachada
de la basílica de Santa Cruz de Jerusalén
Giovan Battista Piranesi
Aguafuerte, 1750
©Accademia Nazionale
di San Luca, Roma
Vista de la basílica
de San Pablo extramuros
Giovan Battista Piranesi
Aguafuerte, 1748 -1774
©Accademia Nazionale
di San Luca, Roma
Vista de la basílica
de San Lorenzo extramuros
Giovan Battista Piranesi
Aguafuerte, 1748 -1774
©Accademia Nazionale
di San Luca, Roma
Vista de la la basílica
de San Sebastián extramuros
Giovan Battista Piranesi
Aguafuerte, 1750
©Metropolitan Museum
of Art, New York
III.2. La Renovatio Urbis Romæ
«Hace algún tiempo [...] encontrándonos libres de compromisos y cargos públicos, íbamos a menudo a visitar los lugares desiertos de la ciudad: y nos quedábamos estupefactos tanto por la antigua grandiosidad de los edificios derrumbados y por las vastas ruinas de la ciudad antigua, como por el colosal deterioro de tanto imperio: asombrosa y verdaderamente deplorable la mutabilidad del destino […]. Oh, Poggio, cuán lejos está este Capitolio del de nuestro Virgilio cuando cantó: “Estos espacios, antes cubiertos por horrendos arbustos, ahora son áureos”. Del cual, con razón, hoy podría decirse: “antes áureo, ahora es un Capitolio escuálido, cubierto de espinas y arbustos”».
Poggio Bracciolini, De varietate Fortunæ
«Muchas cosas me instan Santísimo Padre (Eugenio IV) a obligarme a refrescar en la memoria de los hombres la noticia de los edificios antiguos, o más bien de las ruinas, que ahora se pueden ver en la ciudad de Roma, ya cabeza y señora de el mundo; pero lo que más me impulsa es el hecho de que a lo largo de los siglos ha habido tanto desconocimiento de las buenas letras que no solo son pocas las cosas que saben sobre los edificios antiguos, tanto los ignorantes como los doctos, sino son muchos y casi todos los que los han manchado y estropeado con rumores falsos y bárbaros. Roma, que fue madre de bellos ingenios y de toda bella virtud, es espejo de toda excelencia y casi seminario y raíz de todas las cosas bellas que hubo, para el mundo entero».
Biondo Flavio de Forlì, Roma instaurata
«El pontífice deseaba construir y llevar a cabo dentro de la ciudad cinco diferentes empresas constructivas, todas de gran importancia y verdaderamente dignas de memoria y alabanza, que concernían la fortificación, la ornamentación, la sanidad del aire y sobre todo la devoción, y ese propósito estaba profundamente arraigado en su mente. La primera empresa se refería a la reparación de las murallas de la ciudad, que en varios lugares se habían derrumbado […]. La segunda consistió en renovar cuarenta iglesias […], dotándolas de nuevos edificios, la tercera fue fundar un nuevo barrio que comenzaba en la puerta de la Mole Adriana y se extendía hasta la basílica de Pedro, príncipe de los apóstoles [ …]; la cuarta residió en realizar una poderosa obra de fortificación en el palacio papal y adornarlo como un palacio […]. Finalmente, la quinta, en reconstruir el templo sagrado del Beato Pedro desde sus cimientos».
Giannozzo Manetti, Vida de Niccolò V
Entre finales del siglo XV y principios del XVI, los artistas y arquitectos recorren las zonas abandonadas de Roma con el fin de efectuar levantamientos y mediciones cuyo propósito es asimilar un conocimiento, que solo puede adquirirse observando los monumentos romanos y que les es necesario para satisfacer las demandas de sus mecenas que pretenden edificios grandiosos, comparables con
los edificios de la antigüedad.
Detalles arquitectónicos del Arco de Constantino y del Coliseo, publicados por Sebastiano Serlio
en su Tercer Libro de Arquitectura
1540
«La virtud de Donato Bramante se extendió tanto en los edificios que construyó, como en las molduras de las cornisas, los fustes de las columnas, la gracia de los capiteles, las basas, las ménsulas y las esquinas, las bóvedas, las escaleras. Todo tipo de arquitectura trazada por consejo o por modelo de este artífice fue siempre maravillosa para quien la vio. En donde, habiendo dejado Milán, vino a Roma antes del Año Santo de MD […] y estaba ansioso [por] vivir de lo suyo y, al mismo tiempo, sin tener que trabajar, para poder medir con calma todos los edificios antiguos de Roma. Y poniendo manos a la obra en ello, solitario y pensativo se iba y en poco tiempo midió cuantos edificios había en esa ciudad y fuera en el campo.
La fama de esta prontitud llegó a oídos de Julio II, quien por ello puso en sus manos la obra de los corredores del [palacio del] Belvedere, que fueron dirigidos por él con gran rapidez [...]. En el Belvedere son suyas muchas escaleras que varían según si son lugares altos o bajos, una cosa hermosa de orden dórico, jónico y corintio, obra realizada con gran gracia […]. Además de esto, hizo una escalera de caracol sobre columnas que suben, para que allí se pase a caballo, en la que el dórico entra en el jónico y así en el corintio, y de uno asciende al otro. También hizo un templo redondo en el primer claustro de San Pedro en Montorio, de travertino, del cual no se puede imaginar, en proporción, orden y variedad y gracia, algo más adecuado o mejor entendido. Y tanto había crecido en su ánimo, viendo la fuerza del Papa y su voluntad de corresponder al ingenio y al deseo que éste tenía, que oyendo que quería derruir la iglesia de San Pedro al suelo para reconstruirla de nuevo, le hizo infinitos dibujos. Pero entre todos, hizo uno que fue muy admirable, en donde mostró la mayor inteligencia. Y así resolvió el Papa comenzar el grandísimo y tremendo edificio de San Pedro, derribando la mitad y, estableciendo que – con espíritu de belleza, arte, invención y orden, así como en grandeza, riqueza y ornamentación, debiese superar a todas las fábricas que se habían construido en esa ciudad por el poder de esa república y, por el arte e ingenio de tantos valientes maestros – con la celeridad habitual se fundara».
Giorgio Vasari, Vida de Donato Bramante
El templete de San Pedro en Montorio es una de las obras maestras del Renacimiento. Fue uno de los primeros encargos que Donato Bramante recibió a su llegada a Roma desde Milán y fue patrocinado por los Reyes católicos por un voto hecho por su hijo el príncipe Juan de Aragón y Castilla fallecido en 1497. Bramante pone en juego sus mejores capacidades como proyectista de edificios que utilizan de manera impecable el lenguaje clásico
y los órdenes arquitectónicos.
Fachada del Templete de San Pedro en Montorio, de Donato Bramante (1502-1510),
publicada por Sebastiano Serlio
en su Tercer Libro de Arquitectura, 1540
El palacio de la Cancillería apostólica, iniciado por el cardenal Riario en 1489, es considerado como el primer palacio renacentista de Roma. Su fachada, en bloques de travertino recuperados de edificios de la época romana, presenta un basamento con sillares almohadillados y dos plantas altas, acentuadas por amplias cornisas. Se desconoce el nombre del arquitecto que lo proyectó. Su construcción se prologó durante varios años y fue concluido en la mitad del siglo XVI.
Palacio de la Cancillería apostólica
(iniciado en 1489)
Giuseppe Vasi
Aguafuerte, 1754
«Hay muchos, Santo Padre, que, midiendo con su pequeño juicio las grandísimas cosas que se escriben sobre la Ciudad de Roma – sobre el admirable artificio, sobre los ricos ornamentos y la grandeza de los edificios – las creen más fantasiosas que verdaderas. Pero a mí me suele pasar, que considerando las reliquias que aún se pueden ver de las ruinas de Roma, la divinidad de aquellas almas ancestrales, no dudo en creer que muchas cosas que nos parecen imposibles para ellos fueran muy fáciles. Sin embargo, habiendo estudiado estas antigüedades y habiendo tenido no poco cuidado en buscarlas minuciosamente y medirlas con diligencia y, leyendo a los buenos autores, comparando las obras con las escrituras, creo que he obtenido alguna información de la arquitectura antigua. Lo que en un momento me produce un gran placer, por el conocimiento de algo tan excelente, y un gran dolor, viendo casi el cadáver de esa noble patria, que fue reina del mundo, tan miserablemente destrozada. Entonces, si todos deben piedad a los familiares y a la patria, me veo obligado a exponer todas mis pequeñas fuerzas, para que, en la medida de lo posible, permanezca viva un poco de la imagen, y casi la sombra de esta, que es verdaderamente la patria universal de todos los cristianos, que durante un tiempo fue tan noble y poderosa, que los hombres ya comenzaban a creer que solo ella sola bajo el cielo estuviese por encima de la fortuna y, contra el curso natural, exenta de la muerte y para durar perpetuamente».
Carta de Rafael Sanzio (o de Baldassarre Castiglione) al papa León X
«Quien fue tan ilustre y admirable en arquitectura, y considerado así en todas sus obras, que por sus esfuerzos no merece menos fama que cualquier arquitecto antiguo o moderno, considerando lo valioso y de gran espíritu que era. Era elocuente y conocedor al discutir las cosas, al resolverlas muy sabio y veloz y al realizarlas muy rápido. Tampoco hubo nunca un arquitecto moderno, al que tantos hombres mantuvieran en la obra, ni que lo hicieran operar con más determinación […]. Mantuvo sus ojos en las cosas que hacía, para que no se salieran de los términos y las medidas de Vitrubio […]. Pero habiendo adquirido Antonio, ya el nombre de una persona ingeniosa en arquitectura y que tenía muy buena manera en las cosas de los muros, fue la razón por la que Alejandro, el primer cardenal Farnesio, ahora papa Paulo III, tuvo el capricho de restaurar su antiguo palacio, en el que vivía en Campo dei Fiori con su familia […] Y una vez comenzado, cada año se
fabricaba un trozo».
Giorgio Vasari, Vida de Antonio da Sangallo el Joven
«Miguel, más que mortal, ángel divino».
Ludovico Ariosto
«Y bien debo yo observar que el mundo tiene muchos reyes y un solo Miguel Ángel».
Pietro Aretino
«Miguel Ángel es más bien cosa celeste que terrena».
Giorgio Vasari
Se consolida en esta época un nuevo interés centrado en el coleccionismo de obras de arte antiguo: esculturas, mosaicos, gemas, además de fragmentos arquitectónicos como capiteles, cornisas, frisos, columnas, que adornan los palacios de las familias romanas más potentes.
El patio del palacio Della Valle en Roma, en el siglo XVI, con su colección de esculturas antiguas
Hyeronimnus Cock
Aguafuerte, 1553
Colección particular
Construido en el siglo I a.C., el teatro de Marcelo, en el siglo XII fue transformado en fortaleza de la familia Fabi. Posteriormente fue adquirido primero por los Pierleoni (en el siglo XIV) y, más tarde, por los Savelli, que encargaron a Baldassarre Peruzzi la realización de un palacio renacentista en la parte superior. La propiedad pasó en el siglo XVIII a la familia Orsini. En la primera mitad del siglo XX, el edificio fue restaurado y fueron liberados los arcos de la planta baja, removiendo las viviendas
que los ocupaban.
Teatro de Marcelo
Giovan Battista Piranesi
Aguafuerte, 1757 ca.
©Accademia Nazionale di San Luca
«Roma quanta fuit, ipsa ruina docet».
Sebastiano Serlio, III libro de arquitectura
Las obras de transformación de la basílica de San Pedro y de los palacios vaticanos se incian desde el pontificado de Niccolò V, pero se prolongan por más de 150 años. En la segunda mitad del siglo XVI, la obra se encuentra con los pilares del transepto ya terminados, pero la cúpula no se ha iniciado todavía; el palacio del Vaticano ya está bastante avanzado, pero el obelisco no será trasladado al centro de la plaza sino hasta 1586, cuando bajo el pontificado
de Sixto V se terminará también
la construcción de la cúpula.
Roma
Mario Cartaro
Aguafuerte, 1576
Colección particular
III.3. La visita de Carlos V a Roma en 1536
Secuencia del recorrido de Carlos V en su entrada a Roma, a través de los grabados de Étienne Du Pérac, publicados en el volumen I vestigi dell’antichità di Roma raccolti et ritratti in perspettiva con ogni diligentia da Stefano Du Pérac parisino, Roma 1575: las termas de Caracalla en la vía Apia, el Settizonio, el Palatino del lado del Circo Máximo, los palacios imperiales del Palatino, el Arco de Constantino, el Coliseo, la basílica de Majencio, el templo de Antonino y Faustina, el Palatino del lado del Foro romano, el Arco de Septimio Severo y la Curia, la columna Trajana, el castillo y el puente de San Ángel.