III. La recuperación de la antigüedad

A partir del tardo Medioevo, el mito de Roma resurge nuevamente a través de iniciativas imperiales o papales, orientadas a recuperar ese prestigio empañado por siglos de abandono, pobreza y olvido. Su finalidad es devolver a la ciudad la centralidad que los sucesos históricos le había arrebatado. Bonifacio VIII inicia lo que se convertirá en el evento más significativo para mundo cristiano: el Jubileo. Con los miles de peregrinos que, a partir de 1300, visitarán Roma como alternativa a Jerusalén, Roma recobra su papel estratégico en Europa: ninguna otra capital podrá ofrecer una alternativa capaz de superarla. Seguirán tres siglos de riqueza cultural en los que la antigüedad romana se convierte en el principal modelo de inspiración. En 1536, durante la visita del emperador Carlos V a Roma, los monumentos de la época imperial vuelven a ser protagonistas, en una puesta en escena, de indudable eficacia, organizada por el papa Paulo III.